Al igual que Tom Ewell en la famosísima película de Billy Wilder, cuando se despide de su familia en Grand Central Station de Nueva York, yo también despedía a la mía, desde un mucho menos glamuroso Aeropuerto de Villanubla, el día antes de volver a mi trabajo. Pasarían unos días en Barcelona estirando un verano que a mi se me acababa.
Ahí están los tres volando por primera vez sin mí. Como ya he dicho en alguna ocasión, tener hijos es un continuo....por primera vez. Redescubrir en sus vidas todo lo que uno ya ha ido viviendo.
Una cosa, Marilyn no me estaba esperando en el apartamento de arriba.
Fotografía digital.