En el año 2003 fuimos por primera vez juntos a Bilbao. El espectacular edificio del Museo Guggenheim nos hacía perdernos por sus espacios. Lo disfrutamos juntos, pero como nos ocurre habitualmente cuando hacemos este tipo de visitas a museos o exposiciones, vamos cada uno a nuestro ritmo. En un momento dado, miré a mi izquierda y vi a Carmen asomada a una terraza interior desde donde se observa el edificio principal. La imagen de esa pequeña figura negra sobre el amplio espacio en blanco, las sombras y los volúmenes me llevaron directo al disparador.
Todavía no había fotografía digital ni pantallas traseras en las cámaras que te dieran el resultado inmediato de tu "intención creativa" y recuerdo que siempre había una o dos fotos por carrete, que esperabas con ansiedad en el revelado. Esta fue una de ellas, y el resultado, me encantó.
Diapositiva digitalizada.
Debería formar parte de la exposición permanente del museo.
ResponderEliminarBonita foto y muy buena la observación sobre lo distinto que es ver el resultado en el acto y la emoción de abrir el sobre con las fotos reveladas que, desde luego, no era tan práctico pero tenía su encanto.
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