Estamos en Portugal, en alguna playa totalmente virgen no muy lejos de Oporto. Recuerdo el paseo que nos dimos de más de tres horas disfrutando de una mañana soleada del mes de abril, hace exactamente cinco años. Me gustan estas playas del Atlántico y también del Cantábrico que en la bajamar dejan una gran superficie de arena y lagunas, perfectas para caminar sin prisas, respirando el frescor del mar, escuchando su monótono y plácido sonido . Os invito a que probéis a caminar con los ojos cerrados cuando os encontréis en alguna playa como esta. Escuchar y respirar...sin más.
Ninguna persona, ningún ruido artificial, nada, excepto el mar y la arena. Carmen, por delante de mí, disfruta sin duda, de las mismas sensaciones.
Fotografía digital.
Muy relajante, a mí también me encanta esa sensación. Gracias por acercárnosla a la meseta castellana.
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